La Conferencia del Clima de Durban o la
enésima parte de “Crónica de una muerte anunciada”.
Durante estos días pasados, se está
celebrando en Durban, Sudáfrica, la XVII Conferencia del Clima, que
sirve como parte al Protocolo de Kyoto, aprobado en 1.997 y puesto en
funcionamiento en febrero de 2.005. Como sucediera en diciembre de
2.009 en la ciudad de Copenhague, los resultados perseguidos no son
sino llamadas de atención a los países industrializados, siendo más
concretos a las grandes potencias, como China y Estados Unidos, que
si bien se comprometen a reducir el consumo de combustibles fósiles,
prefieren esperar a que el otro dé el primer paso, convirtiéndose
en un tira y afloja por tiempo indeterminado.
Si la solución parece
fácil en el contexto medioambiental, un “todos juntos de la mano”,
ésta se convierte en el eterno combate de ser la primera economía
mundial. ¿Y si realizásemos una paulatina transición de nuestra
industria, pasando del carbón o el petróleo, a las energías
renovables? La inversión, el empleo y el consumo seguirían
activos... Pero el ser humano es un animal de tradiciones.
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